Todo escritor, alguna vez, se pregunta por sus lectores: existirán lectores de uno, cómo, de dónde surgirán, uno mismo los creará, agradará mi obra.
Sinceramente, en mí, los lectores, han superado todo tipo de expectativas, de cariño incesante, de aliento a continuar trabajando; así como también el apoyo de colegas y, una de las cosas más especiales, artistas de diversos lugares del planeta tomaron mis Umbrales y los re interpretaron: músicos, escultores, fotógrafos, dibujantes, pintores, artistas visuales que sintieron que valía la pena darle un giro a mi obra, llevarla a otras dimensiones.
Durante un tiempo me tomé el trabajo de ir guardando uno a uno sus comentarios, sus cartas, hasta conservo la antigua correspondencia, de puño y letra o a máquina. Después, las redes sociales
-que favorecen la expansión de la obra de cada autor- hicieron que lo exponencial se transformara en imposible: desafortunadamente, tuve que ir dejando de reunir el cariño de la gente e ir perdiendo así muchísimos comentarios y cartas, pero aquí he salvado del olvido el cariño de Uds. sobre mis aforismos.
Infinitas gracias, a cada uno de que se han tomado la molestia de leerme y, encima, me han dado una devolución. De algún modo particular, sepan que acompañan mi camino. Sin embargo, y a pesar de mi gratitud, necesito no creer en ninguna de sus palabras que siguen a continuación: a ver si todavía me creo algo que no soy.
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